Frente al ideal propuesto en el título de este artículo, la
encuesta nacional urbana rural de Pulso Perú, nos indica que el 45% admite que
los peruanos somos muy tolerantes frente a la “corrupción política”, llegamos
al extremo de pretender que la corrupción es parte de la cultura nacional.
Debemos rebelarnos y rechazar esta
afirmación, nefasta y dañina para las personas individual y colectivamente, que
bien puede ser inducida por quienes quieren no solo inmunidad sino también
impunidad, devastando la moral ciudadana.
.
Esta tolerancia, supuesta o verdaderamente real, recorre a toda la sociedad del Perú, no
distingue entre los habitantes instruidos y no instruidos, ricos y pobres,
sector público y sector privado, etc., o sea que la corrupción va escalando
posiciones cada vez más profundas y extendidas, se considera que la mayoría
(casi el 70%) de peruanos es indiferente a la corrupción, que le interesa poco que haya o no haya corrupción, con tal de “
vivir sin complicaciones” por las exigencias ético-morales de una sociedad
sana.
.
Se presume que la sociedad peruana acepta que los políticos,
las autoridades sean inmorales con tal que arreglen los problemas de las demás
personas, incluso individuales, de los electores. Es una falta de capacidad de
indignarse y rebelarse. Es una mala o perversa manera de entender la democracia
en el Perú y por tanto la responsabilidad de las autoridades y los ciudadanos,
administradores y administrados. Los políticos tienen mucho que ver en esta
descomposición social que es indispensable revertirla, por ser fuente de
crisis, deterioro social y decrecimiento
económico.
Carlos A. La Rosa Lama
Profesor UNMSM-UNAC
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